Ciudades en congelación se propone como un recinto para la preservación simbólica de las objetualidades pertenecientes a comunidades específicas afectadas por la desaparición forzada en México. A través de un trabajo de campo en los estados de Guerrero, Michoacán y Tamaulipas se generó un proceso de encuentros y entrevistas con familiares de personas secuestradas. El propósito de estos acercamientos fue reunir un expediente de testimonios audiovisuales, narrativas y objetos personales representativos de cada caso. De manera simultánea se pensó en recuperar la idea del objeto refrigerador como una zona periférica de intersecciones emocionales, lugar de confluencia ritual de las relaciones familiares cotidianas.

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Partiendo de este concepto, en la etapa final del proceso se solicitó a una familia de cada estado, el préstamo temporal del refrigerador de su casa. Los cuatro aparatos de enfriamiento se propusieron como almacenes simbólicos para preservar la memoria de personas desaparecidas a partir de sus propios objetos, sometidos a un proceso de congelación continua.  De este modo Ciudades en congelación se convirtió en un sistema de negociación con la ausencia frente a un sistema de justicia evidentemente extinto.

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Instalación Ciudades en congelación.