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Mariana/ Archipiélago 

Giulianna Zambrano

<<La corteza es irregular, discontinua, accidentada. Aquí, se sostiene al árbol; allí, se deshace y cae en nuestras manos. Es la impureza que viene de las cosas mismas. Dice la impureza –la contingencia, la variedad, la exuberancia, la relatividad–de todas las cosas. Está en alguna parte en la conexión entre una apariencia fugitiva y una inscripción sobreviviente. O bien designa, precisamente, la apariencia inscripta, la fugacidad sobreviviente de nuestra propias decisiones de vida, nuestras experiencias padecidas o protagonizadas.>>  (George Didi-Huberman)

Conocí a Mariana a través de la corteza de sus paredes. Junto con Fran decidimos que ese fuese el terreno de exploración para desenmarcar este espacio de una condición de abandono impuesta, de comprenderlo como parte de un cuerpo, más que de una arquitectura, un cuerpo-casa, que se nos presentaba para ser alcanzado, interpelado, desde la cartografía de su epidermis. Este tránsito revelaba su inmensa poesía. 

 

Mariana mapa, Mariana jardín, Mariana caballo, Mariana árbol. Mariana cuerpo, Mariana casa. Mariana isla y archipiélago, grieta y brote, memoria y horizonte.

 

En el piso de Mariana encontramos: marcas de humedad, óxidos que se mezclan con el agua remanente de la lluvia del día anterior, escombros, lo que se cae de las cosas. En las paredes: capas de pintura que se descascaran y dilucidan otras temporalidades, el lento proceso en el que la arquitectura empieza a ser tomada por la naturaleza, líneas sin origen cierto que la marcan y raíces que la recorren, la abrazan y la rompen también. Inscripciones que buscan algún tipo de marca-permanencia: una pequeña, ¿será Mariana?, dibujada en la pared de la escalera. Esa escritura: un gesto mínimo, casi imperceptible de decir “aquí estuve o estoy”. El deseo y el gesto, ante todo, de un cuerpo ahí: rege, te amo, satán, una cara feliz, roma al revés.

 

Mariana atravesada por la luz, oscurecida por la tormenta, trémula ante el paso de la bestia.

 

Mariana fue también un teatro, museo del infraleve, sitio de denuncia y reclamo de justicia, santuario de amor, de llanto y risa, esquina poblada y templanza. 

 

Nunca estuvo abandonada.  

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