[programa de intervención a espacios
en ruina condicionados por la violencia]
Catálogo de demoliciones
El otro catálogo
Las causas punitivas como derecho/ Periódico El Mundo/ Empresa.
Las causas punitivas como derecho se han venido instalando dentro de una estructura inmobiliaria de depredación cada vez más frecuente. Así lo dice la ausencia del Mundo. El edificio fue sede de un diario local de 1918 al 2004 para posteriormente iniciar con una huelga que culminó poco antes de su demolición. Esto es lo que ha pasado y esto lo que se ha perdido: La arquitectura del diario más antiguo del estado de Tamaulipas. Ahora sobre el desecho común sobreviven algunas piezas de los muros, las escaleras, restos del techo, documentos, un búho que era el icono del diario y el anuncio de Aysa la inmobiliaria que pone a la venta el predio ¿Servirá esto para reconformar El Mundo, por lo menos en una maqueta lacónica que lo represente por un momento? ¿Podríamos establecer nuevas formas de comprensión a partir de esta afirmación del desecho?
El desecho confirma una presencia que se vuelve necesaria para dimensionar lo que ya no está. La intemperie lo vuelve a iniciar todo. La vida humana y los espacios de la vida humana. En la intemperie encontramos el comienzo y el final del ciclo, las etapas del estado sólido de los reductos de la ciudad dentro de los sitios que no volverán a habitarse. Al Mundo, se le vinieron abajo sus columnas junto a los ventanales y esa extraña combinación de espejos aplicados sobre los muros que se vuelven luminosos con la luz. Con ellos se cierra un cápitulo y se reinicia la frontera entre el espacio público y el anulado. Al ver El Mundo destruido nos preguntamos: ¿Quién ha dicho que esa es la ciudad modernizada que creemos merecer? ¿Quién ha dicho que el progreso es un paso decisivo para poder desarrollar una voluntad social hacia cierta expectativa de futuro?
Nombrar lo que ya no está/ Cine-Parque Magnolia/ Comercio.
Mostramos a diez personas la fotografía del espacio donde se conservan los restos del parque Magnolia. Seis dijeron que no veían nada. Tres que veían solo lo que quedó y una que veía una injusticia. Nos quedamos con esta última palabra y la traemos aquí por primera vez. ¿Esto se trata de una injusticia? ¿Este edificio debió ser preservado y fue echado abajo de manera injusta? ¿Era justo que siguiera existiendo o no? ¿Qué era ahí?
Era la esquina de un parque llamado Magnolia, el edificio era conocido como Doble Bolazo, un comercio donde se podía ver cine y escuchar música en una cafetería donde tocaban orquestas de jazz, una de ellas se llamaba justamente Magnolia Jazz band. También fue un cine, una vecindad, una farmacia. En el espacio se conservan actualmente vestigios que comprendieron sus distintas etapas: El dintel de la ventana atravesado por un bloque de concreto, la tala de todos sus árboles, los mosaicos de carácter histórico (1930) fracturados sobre algunas áreas donde se alcanzan a distinguir la división de estancias y una escalera interrumpida por el derrumbe. En el lugar no hay nada más. Algunas personas atraviesan la zona para acortar el camino, cuidando de no tropezar con los restos del edificio. Su demolición ocurrió en uno de los puntos más transitados de la ciudad y a la vista de todos. ¿Fue injusto que lo demolieran o fue injusto que nadie hiciera nada? Es que nadie puede hacer nada. Dirán.
Por el piso quedaron dos espejos olvidados. La luz que reflejan sobre sus ruinas hace pensar en la capacidad de las ilusiones ópticas para modificar la interpretación de estos espacios borrados del paisaje y nos permite mirar con claridad la sombra de otros edificios viejos, que cae sobre la explanada triste, durante el medio día.
Génesis de la piedra. Interrogar al baldío/ Primer Prometeo/ Espacio escénico.
En este origen empeñamos nuestras expectativas para saber si la piedra, será la semilla. Esta fue la segunda sede en ocupación del programa Teatro para el fin del mundo y al cabo de dos años cayó (No vencido por la inercia como pensábamos) sino por un proceso de demolición programado por etapas. en otras palabras: Por la campaña de anulación que más ha favorecido al sistema inmobiliario durante los últimos años en esta zona.
Este fue el primer Prometeo. Sus basamentos siguen ahí. Entre las inquietudes de la arquitectura y el urbanismo, el basamento sigue componiendo un misterio. Si desaparece cómo desaparece y sí no desaparece, cómo acceder a la comprensión de su sobrevivencia. Cuál es la condición que hace prevalecer este basamento en Prometeo (Edificio habitacional y teatro en ocupación que resistió de pie hasta que fue demolido) El basamento sigue ahí. El basamento es la caja negra del edificio. La información quedó confinada en esa base sólida, que viene a revelarnos secretos de la construcción, la mayoría agotados en su funcionamiento de antiguos tiempos para sacar provecho de otra realidad: La de interrogar el baldío.
El basamento de este espacio sostenía algo más que un edificio. Sostenía algo más que los muros, las puertas, las ventanas y el espacio mismo. Sostenía quizá la dimensión del tiempo. Entendemos que ahora que el espacio ha quedado inservible, tiene más implicaciones contemplarlo. ¿Cuál es el peso que implica la ausencia de todo el resto? Comenzamos por el final. Comenzamos con lo que ya no hay. La ciudad va cambiando, mientras muere la ciudad.
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Detritus de materiales vivos/
Pasteurizadora Hill Crest/ Industria.
¿Cómo podemos ayudar a que esos materiales que quedaron expuestos puedan seguir su camino? En el estado sólido comienzan a componer circuitos que salen a la superficie pidiendo una explicación ante lo que ha pasado. Entre el sedimento y la superficie hay un espacio de duelo para la vegetación que sigue trazando su curso por la plataforma de concreto que aún permanece del sitio. Alguien ha dicho que los fragmentos de piedra expuestos sobre esta explanada son los restos materiales del espacio:
La roca, el granito, los bloques de concreto y hormigón con los que fueron erigidas y colapsadas las ciudades del pasado y con las que se comprende la ruina del presente; El cristal molido, la cerámica, el mosaico, el azulejo, el cemento, la mezcla, la arcilla, los metales en todas sus condiciones, el hierro, el cobre, el tubo de acero, el aluminio, el alambre, los plásticos, el cable, los empaques de esos cables, el cartón, la madera, las molduras, los marcos de la ventana, la tela, la esponja, el hilo, las hebras, la pintura, el color que estuvo sobre la superficie y ahora se acerca poco a poco a la desintegración.
Todo reunido como en un detritus que avanza su comprensión del tiempo y el espacio, sus formas de ser reutilizado, empleado como cimento para otras edificaciones, anulado, relegado, extraviado, perdido, vuelto a reunir.
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Documentar la barbarie/ Avión 9/11/ Vehículo de transporte.
Volvimos al avión y en su lugar había un avión incendiado donde la gente aún se seguía reuniendo. Montamos una pequeña estación a un lado, un punto de registro compuesto apenas por una mesa, materiales y algunas herramientas. Un punto que permite localizar con mayor exactitud elementos aislados de la estructura dañada entre las cenizas.
Al avión hemos vuelto porque nos trae la metáfora del vuelo y también la condición del escape. Hace algunos años, cuando llegó hasta aquí su perspectiva de vida tampoco era demasiado amplia. El avión, pertenece a una clasificación de vehículos de transporte que volviiéndose inservibles son desmantelados y van deteriorándose con el tiempo. En el caso particular de este avión, se supo que no volaría jamás, llegó siendo en sí mismo un desecho. Su propósito era convertirse en un punto de atracción turística que cumpliera con campañas públicas de bienestar social, también al parecer inservibles. Por eso obedeció a la inercia y al tiempo de los saqueos. Porque ese avión era, por decirlo de algún modo el testimonio del estado actual de una ciudad que se entiende con el abandono como un espacio de disidencia frente al tablero de convivencia que intenta garantizar el espacio público.
El avión era y es ahora el indicador de una barbarie que se asimila como propia y como propia se habita para volverse legítima. El avión son las implicaciones del tiempo de la violencia en esta ciudad y ahora está incendiado.
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Cuando una casa cae otra se construye dentro/ Casa Laguna/ Espacio habitacional.
Segregación.
Como en un cuerpo, el espacio diferencía sus territorios específicos por medio de la segregación. El área que corresponde a este predio es, como en el caso de cientos en esta ciudad, un área prácticamente vacía. ¿Dónde tendrían que centrarse nuestros esfuerzos al estar aquí? Las implicaciones del vacío son tan complejas que a veces basta con mirar un poco la luz que atraviesa por los pequeños reductos de cristal que aun quedan atentos a otros emprendimientos de la vivienda urbana. Sin embargo todo al final encuentra su cause organizativo. Se traza, se divide, se aísla, se retira, se revierte, se expulsa, se reconforma. Esto entre otras cosas, ocurre a primera vista en un sitio como este, que se encuentra, a diferencia de otros, en proceso de ser reconstruido.
Reconstrucción.
Somos los que han perdido la casa y se niegan a reconstruirla. Se ha dicho que cuando cae una casa en esta ciudad, alguien pierde un espacio de vida. Se ha dicho que el espacio de vida debe sostenerse, pero nuestra condición de tránsito y la producción inmobiliaria rebela lo contrario. Cuando una casa cae, otra reconstruye su sentido debajo. Esta casa, todavía invisible puede compararse al espejismo de la otra casa, pero conservando características propias. La casa con la que nos hemos encontrado aquí, ya está reconstruida. ¿Qué la conforma? Estancias disimiles que permiten la localización de nuestros cuerpos, y algunos objetos externos que hemos traído, para colocarlos en la intemperie.
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Sudarios/ Edificio en proceso de ser estacionamiento/ Espacio habitacional.
Inscripciones en los muros.
Nunca borrarán nuestros restos. Pienso en eso y en la capacidad de permanencia que la arquitectura como cuerpo y presencia confirma en el espacio. La declaración de permanencia que manifiesta este viejo edificio habla en las inscripciones de los muros que corresponden al edificio vecino. Esta característica, nos trae la idea de heredar el rastro no solo de un muro compartido, si no de un espacio que permanece intacto, expuesto en el edificio que aún permanece en pie.
En el muro se comprende un sudario de tres habitaciones que quedaron vacías. Una estampa impresa de los cuerpos, que nos regresa a la idea de memorial. En las paredes de las tres habitaciones se distinguen los colores de la pintura y el tapiz. Se rebela otra forma de presencia a partir de los pequeños rastros de los habitantes que quedan al descubierto, como si esto ofreciera públicamente, un atisbo a la intimidad de la casa que ya no está.
¿Qué guardan los muros de los habitantes que han dejado de vivir ahí? ¿Algo de sus habitantes se conserva entre el material que sustituye hoy su presencia? ¿Qué queda como representante único de lo que el resto del edificio fue?
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Casa del parque que ya no es parque/ Espacio habitacional.
Queda la puerta.
1.
En un empeño por calcular los daños ocasionados a esta casa, hemos entendido que son irreparables. Nada de lo que anteriormente daba sentido a este espacio, se conserva, a excepción de algunos vestigios como la puerta. Que quede la puerta conserva cierta esperanza. Nos hace pensar en las implicaciones del acceso, del adentro y afuera. Que quede la puerta, nos hace pensar que la casa conserva un espacio inmaterial no calculable en daños.
2.
La casa ha salido por ahí. Salió la casa y los que habitaban esa casa. Salió el tiempo de estar. Todo lo que era la casa se encuentra entendido esa decisión. Ahora la puerta evoca la casa y evoca lo que no seguirá siendo la casa. En otros casos, basta con la puerta para suponer el resto de la casa. La puerta es el horizonte inmediato de acceso, pero hemos entrado por esa misma puerta donde ha salido la casa y nos hemos encontrado con la imagen más dura de la demolición.
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Vacíos interiores/ Edificio demolido por dentro/ Espacio habitacional.
Cuando el interior se vuelve intemperie.
1.
Demoler el interior de la edificación es una práctica que va ganando cada vez más aceptación entre los consorcios inmobiliarios. Lo que resulta es la presentación de una arquitectura que resguarda en su fachada, el espacio interior/ vacío de la construcción. Este vacío, obedece a las proporciones anteriormente reguladas por la distribución de las estancias y los jardines, los niveles, el número de pisos. Una latitud inasimilable del espacio que atraviesa por otras preguntas: ¿Qué puede importar cuando no hay nada por dentro? ¿Y qué se asume como vacío? ¿Cómo dimensionar un espacio de vida en lo invisible?
2.
Dentro de este edificio, en el espacio que correspondía al sitio del mobiliario y al de las personas, al de los objetos y al de las divisiones y subdivisiones de la edificación, se extiende ahora ese vacío de las preguntas anteriores. La primera sensación de atravesarlo es de un desamparo profundo. De una inmensidad regulada por las proporciones de un interior asignado a tres pisos de construcción. La primera sensación es de uno mismo, como vacío.
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Nadie sepultó a Antígona/ Antígona/ Espacio escénico en ocupación.
Perdimos la casa y perdimos la posibilidad de habitar lo que era la casa.
Nadie sepultó a Antígona cuando cayeron sus últimos restos durante el 2017. Lo que pudo sobrevivir se encuentra expuesto en la superficie, y en la superficie continua paciente, su proceso de agotamiento. La tierra, la ha venido extrayendo. La vegetación la absorbe, la consume o la dispersa. Esto, que fue la casa, se alimentaba de una fuerza que venía del centro de un árbol que era parte vital de la construcción. El árbol fue talado también, pero la raíz continua ahí dentro. La arquitectura de esto que fue la casa, era apenas un trazo del desdoblamiento continuo de muros y estancias. Volver a Antígona ahora que Antígona no está, es vernos a nosotros en otra estancia que no conocíamos de lo que antes fue esta casa, donde vivimos.
Lo que Antígona fue. (La posición del dolor)
Antígona fue un espacio en ocupación de la extinta red de sedes del programa Teatro para el fin del mundo. Funcionó cinco años como espacio que daba seguimiento a una programación regular de intervenciones escénicas, jornadas de entrenamiento, exposiciones y conciertos; un espacio emergente que desde el 2013 generó una serie de acercamientos contraculturales enfocados a prácticas colectivas hasta que fue demolido en el año 2017. Hoy Antígona (Si es que sigue siendo Antígona) es una explanada que no alcanza a dar testimonio de lo que fue (Si eso es lo que queremos) pero se entiende quizá en otro presente, asumiendo la posición del vacío y las nuevas expresiones de su propia ruina entre el paisaje.
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Cine demolido por sí mismo/ Cine Alameda Vistarama/ Sala cinematográfica.
Comenzamos aclarando que la insistencia no es por impedir la demolición de este cine. La insistencia es por la demolición de la memoria expresada en arquitecturas que dan sentido a la ciudad. Incluso, podemos decir que estamos a favor de una demolición que ayude a preguntarnos algo que verdaderamente valga la pena en estos tiempos de colapsos y derrumbes cada vez más frecuentes. Que la demolición es un proceso, inconmensurable de pérdida, solo cuando se calcula la dimensión de lo perdido. Si la demolición sigue siendo un espacio de dolor, impune, habitado por otra condición de la memoria, nos preguntamos cuál es. Cuál es ese espacio. Luego de acompañar las labores de demolición para este cine, nos preguntamos qué tipo de espacio será este espacio que ha venido siendo demolido. Los obreros que trabajan a diario en echarlo abajo, nos han contado que alguna vez asistieron a esta sala. Son de alguna manera parte del cine que ahora se encarga de ser demolido. Les hemos preguntado si sienten que su demolición es injusta. Si es injusto que sea demolido o es injusto que luego de ser demolido sea algo menos importante que el cine que ocupaba la esquina de Héroes de Chapultepec y Álvaro Obregón. Entonces, si ellos son el cine, hemos asumido que el cine se demuele a sí mismo. Entonces: ¿Es un derecho propio demolerse? ¿La injusticia es un derecho aplicable no solo a la perspectiva de hábitat, sino de espacio/ruina inhabitable? El antiguo cine Alameda nos trae estas preguntas. Debió ser otra cosa, pero fue justo que siguiera siendo un cine abandonado incluso, después del día en que iniciaron las maniobras para su demolición. En otras palabras, este cine aún lo sigue siendo. Hasta que no sea demolido por completo, lo sigue siendo.
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